Creado el mundo ya está, creamos o no creamos; y aunque querramos pararlo no va a dejar de girar. El tiempo va a seguir pasando y algunas cosas van a seguir pesando; mientras no sepamos sacarnoslas de encima o bien aprender a soportar su -y nuestro propio- peso.
De aceptar se trata la vida. De aceptar cosas que no nos gustan; o bien de aceptar quizás que hay algo que no nos gusta, de aceptar que tenemos que hacer algo para cambiarlo. De aceptar que posiblemente no podamos hacerlo, y de aceptar que no vamos a saber si es posible o no sin antes intentarlo.
De aceptar tambien que por suerte hay gente como uno, y que por suerte hay gente no como uno.
En este país para sostener a los de mas arriba, y como en toda estuctura, el esfuerzo se hace desde mas abajo. Quiere decir que cuanto mas abajo estamos, mas peso tenemos arriba y mas nos cuesta sostenerlo.
A mayor escala, de paises como el nuestro se sostienen los de mas arriba; y a menor escala, de empleados sometidos y explotados se sostienen los viajes a Europa de los dueños de las empresas.
Hay gente que nace por nacer, hay gente que vive por vivir. Hay gente que nace y vive para mantener vivos a los de arriba. Y hay gente que nace para mover el subibaja y dejarlo de la manera mas difícil: derechito.
Alguna vez lo representó Quino en Mafalda, cuando Libertad decía que la vida era como una pared de ladrillos, en donde los de abajo sostenían a los de arriba; y que en realidad debería ser como una calle de adoquines, en donde estan todos a la misma altura. Entonces pasa un auto por la calle -de adoquines- y Libertad dice algo así como que "igual mi papá jugando al ajedrez es un crack".
Cuando trabajaba en Telecom y se empezó a gestar el tema del cambio de sindicato, muchos estabamos a favor y muchos otros en contra. A favor estabamos los que no teníamos nada que perder, y considerabamos justo nuestro reclamo. Teníamos convicción y sobre todo, ganas.
En contra, estaban aquellos que eran el sostén de una casa; que tenían mucho por perder, y no lograban convencerse de que también tenían mucho para ganar.
Ambos puntos de vista son defendibles, ambos son comprensibles y en cierto modo, aunque opuestos, ambos tienen razón.
Lo que tambien hubo, y lamento, es gente que si bien no quería estar donde estaba nunca hizo nada por dejar de estar ahí.
Si de aceptar se trata esta historia, no logro aceptar -y puede que esto sea un gran defecto- que existan personas que no son capaces de enfrentar a quien los somete cuando no tienen nada que perder. Es decir, es comprensible el paro de subtes, por una pelea -que parece ser- justa. Es comprensible tambien que haya empleados del subte que, por cuidar su empleo -posible único sostén del hogar- no se unan al reclamo. Lo que no es comprensible es aquel que no tiene nada que perder, pero no apoya al reclamo; sabiendo tambien que es justo.
No logro aceptar a la gente que se deja someter, solo por no enfrentarse a quien la somete. Y sometidos son todos.
El que pelea, pelea porque es sometido y no le gusta esa condición.
El que no pelea porque tiene mucho que perder, es sometido por quien lo somete, y además sometido -por todo lo que no quiere perder- a dejarse someter.
Y el pelotudo es el que se deja someter por el solo hecho de no enfrentarlo, de no superarse,
de pensar igual que el que pelea pero de hacer lo que hace el que no pelea. Es ahí cuando se crea el famoso trecho entre lo dicho y lo -posiblemente no- hecho.
Que todos tiren para el mismo lado, siempre, sería lo ideal. Sería utópico. Es lógico que para que exista cierta variedad, cierto entusiasmo, cierto gusto que tanto nos gusta, haya dos sentidos.
Siempre. Porque no hay Dios sin Diablo, porque no hay ley sin trampa, ni trampa sin ley. Porque no existe el que gana si no hay quien pierda. Porque la moneda que hoy usás para pagar, te la devuelve el colectivo al día siguiente. Por eso mismo el refrán dice "si no puedes con ellos, úneteles" y no dice "si no puedes con ellos, quédate sin hacer una goma".
Pero no todos tiran para el mismo lado; y no por placer: sino por convicción, por principios, por necesidad. Lo que me cae mal es la gente que no tira en ningún sentido. Que sabe que está mal, pero no hace nada por mejorarlo. Que se deja someter sólo por dejarse someter. La gente que no corta ni pincha: que vive de relleno, que podria estar como no estar, y que solo está para que los de mas arriba lo sigan explotando. Que no tiene nada para perder, pero tampoco se esfuerza para ganar. Que soporta el malestar solo por no soportar enfrentarse al verdadero origen de ese malestar; y entonces sigue sosteniendo al de arriba. Sin siquiera estar contento por hacerlo, sino sufriendolo, y aguantándolo.
Siento que es gente que con el solo hecho de no hacer nada perjudica, que saca las ganas de vivir, que imposibilita los sueños, que nos limita a los que queremos ir para un lado o bien, para el otro.
Porque uno puede enfrentarse a la fuerza opuesta, que tambien imposibilita los sueños, pero con hechos. Uno no puede enfrentarse al que imposibilita los sueños sacando el ánimo, haciendo parecer evidente que nada va a cambiar, sin importar el esfuerzo.
Es cierto que cada uno tiene una diferente manera de planear, plantear y esforzarse por lograr diferentes objetivos; pero tambien es cierto que existe gente que no.
No me gusta que nadie me saque las ilusiones, que nadie me contagie sus no-ganas de crecer.
Mucho ayuda el que no molesta, pero algunas veces mas molesta el que no ayuda.