jueves, junio 01, 2006

Varias veces van que ese autito que se puede ver acá me llevó a muchos lugares; pero después no me devolvió. Una vez crepó en el acceso oeste, otra me clavó en algún lugar de Palermo, otra el tan garca se quedó -mirá vos, que turro- en pleno puente Pueyrredón y con el envión llegamos a la Shell que está en Avellaneda.

Fue a causa de eso que mi vieja decidió deshacerse de ese móvil. No me parece mal, no. Hubiese preferido que en vez de cambiarlo por otro, o de venderlo porque sea mas fácil que arreglarlo; se haya mantenido en buen estado desde un comienzo. No se arregla el tema del auto "lo tiro y traigo uno nuevo", sino se arregla cuidandolo a medida que se va haciendo mierda. A medida que lo vamos haciendo mierda.

Creo que cuando ese auto no esté mas en casa, lo voy a extrañar. En ese auto tuve muchas alegrías, me llevó a muchos lugares. Salidas con amigos, viajes largos, bares, boliches, facultad...

Hablando de este tema con el Enano fue que me hizo dar cuenta de lo malo que podría llegar a ser que aparezca un señor que compre el auto, y que sea un tremendo careta. Careta de peinarse antes de subir al auto para ir a rempimpolotear por ahí. Careta de ir a tirar facha a las callecitas barriales los sábados a la tarde con las ventanas bajas y música del momento al palo. Careta de decirle a los pibes "apaguenló". De mirar el programa de Susana. Careta de tener claritos. Careta de gritarle "Ehh Jamaica" a cualquier rasta. Careta de que ponga la Mega, la 100 o la Hit; de que clave 40 principales. Careta.

Que feo que sería que un careta herede ese auto. Ese auto que tiene en su haber miles de aventuras raras y extrañas. Que conoce la nieve, conoce la arena, conoce La Pampa, Neuquén, Río Negro, Córdoba, Entre Ríos, Uruguay, San Luis. A ese auto donde se subió Canadian People. Ese auto que me sirvió de abrigo, de transporte, de gamba. Que me llevó a comprar alcohol en plena ley seca. El auto con que saqué el registro dos veces. El auto...

Yo no quiero otro auto. No quiero que tenga dirección hidráulica, ni levantavidrios, ni aire, ni calefacción, ni ABS, ni MP3, ni CD, ni airbag; ni nada de eso. Yo quiero a ese auto. Y no digo de querer poseerlo. Digo que lo quiero, lo quiero con afecto. Me pone triste pensar en otro auto. Mas que nada porque tener que cambiarlo implica que mi vieja no lo cuidó. Implica, por ende, que no nos dio un ejemplo que nos debería haber dado. Implica un error. Otro auto no es una cosa buena, es una evidencia de muchas equivocaciones.

Lo bueno es que pude no haber aprendido a cuidar mas las cosas. Pero aprendí quizás a valorarlas un poco más. Y con las cosas no me refiero a objetos, me refiero a cosas.

Solamente le quiero pedir perdón. Al auto. Perdonanos, no supimos lo que hacíamos. Y ahora tampoco: no sabemos que hacer.

Un quiebre en <small> para cortar el mambo pum para abajo derivado del tema concreto del post. El otro día llevé de un local dos yostin USB para la compus, con forma de yostin de Playstation, y la verdad que me alegró lo mucho que me sirvieron. Lástima que uno vino fallado, y tengo que ir a buscar su reemplazo mañana. Además, pocas veces releo los posts, porque si lo releo, no lo publico. Debería haber releido mis pensamientos cuando me pintó tener un blog. Todavía estoy a tiempo.








¿a tiempo de qué, pelotudo? Si amagás, amagás; pero después volvés a postear como un boludo... cerrá el orto y andate a dormir que ya es tarde.


Bueno. Pero antes me juego un Winning.