jueves, julio 27, 2006

Ayer recorrimos un poco Montreal. No fue mucho, pero fuimos al Puerto Madero Montrealense; un lugar sumamente cuidado. Mucha gente paseando en esos transportes locos que son una plataformita con dos ruedas, una a cada lado, y uno se para arriba, agarrado de una especie de manubrio. Se avanza o se retrocede balanceando el cuerpo hacia atrás o adelante.

De ahí fuimos a recorrer parte de la Ville Suterraine, que es como si en el subte de Buenos Aires hubiesen Altos Palermos y Abastos distribuidos por las estaciones. Comimos algo, unos sanguches de SubWay; y fuimos a ver un show cuyo nombre no recuerdo, pero es muy Cirque du Soleil. Hay algunas potos en unos archivos que estoy viendo cómo y dónde subir.

Los edificios de esa ciudad son muy modernos, mucho vidrio, mucha transparencia; aunque no hay muchos. Es una zona mas chica que el microcentro donde se concentran todos, el resto tiene edificaciones muy bajas; y bastante parecidas. Siguen mucho un estilo de construcción bastante viejón.

Y después, volvimos a casa. Montreal queda a ciento y algo de kilómetros de Sherbrooke, que es donde estamos. En el camino, antes de salir de Montreal, vimos un rato los fuegos artificiales. Es que en Montreal se está haciendo una competencia internacional de fuegos artificiales. La historia es que cada día, un país (o sus representantes) tiran cohetitos y cosas locas en el cielo. Es muy divertido porque ves a los autos que paran en la calle y se juntan a verlos. Como es una montaña, desde algunas calles te parás y los edificios no te tapan.

En el camino de vuelta, tanto como en el de ida, fui manejando el auto de mi pá. La primer vez que lo manejé me costó bastante; pero ahora me estoy acostumbrando. Por el estado de la ruta, es muy fácil manejar. Los autos andan muy bien; y casi todos están muy bien equipados. En algunas partes de la ruta hay obras en construcción; y están muy bien señalizadas. 500 o 600 metros antes de donde están los obreros, empiezan a poner conitos que se abren de a poquito; junto con las señales de que la ruta va a medir nomás tres metros y medio, que la velocidad máxima pasa a ser 70 kilómetros por hora; y demás. Luego, en la zona propiamente dicha, está todo limitado por paredes de hormigón, cuestión que si te la ponés contra eso ni a palotes se la das a alguien que está laburando. Además, a medida que van moviendo la obra, las señales quedan. Si recorrés la ruta todos los días, como hace mucha gente que vive en Sherbrooke y trabaja en Montreal; te acostumbrás a que ahí siempre se hace mas angosta.

Otro chiche que tienen los autos, y la Mazda de papá también, es el Cruiser o Crucero. Es un botoncito que cuando lo apretás -y luego bajás una palanquita- el auto se fija a qué velocidad va y la mantiene. Si agarrás una subida, muy común, el auto mantiene siempre siempre esa velocidad. Para desactivarlo le das un tac mini golpecito al freno, y ya podés volver a regular la velocidad con el acelerador. Es muy divertido cuando empezás a entrar en una subida, porque ves que el acelerador se hunde solito.

Una cosa que me llamó mucho la atención es que en cualquier baño público -plazas, parques, shows, exposiciones, lo que sea- siempre hay agua caliente; y el agua de la canilla caliente sale caliente. Al toque. No tiene ese delay típico de regular un poquito la canilla y esperar a que cambie la temperatura. Es muy real-time.

Se viene luego el post mas social, de la gente de QC.