viernes, octubre 13, 2006

Ácido

Cosa rica, retro -y hace poco me enteré que internacional-, los caramelos Fizz hechos por Arcor, son un recuerdo de la infancia actual y vigente.

Los ví en el Marché Terril; un supermercadito que queda sobre la calle Terril, cerca de la casa de una amiga. No sé cuanto cuesta la tirita, porque pagó ella; pero están. Igual que los chicles Bazooka y los Nerds. Los Fizz tienen el mismo envoltorio, aunque escrito en francés e inglés; claro. Y con la inscripción, seis letras que busqué con ansias: IND. ARG.

Hubiese sido feo saber que no eran IND ARG.

Una vez que llegamos a su casa, donde hacía menos frío y además había música, tomé uno y me hizo acordar de Ana, la vieja del kiosco del colegio -que kiosco berreta, me cuesta creer hoy en día que había gente que hacía fila para comprar un paty, ponele. Y encima, había una fila para nenes y una para nenas- que gritaba "Bravo!" en las obritas que las maestras nos hacían hacer para alguna fecha patria o similar -cualquier ocasión de un poco pelotuda para arriba que servía de excusa para hacer que veinte o mas pibes se disfracen, bailen, ensayen y luego los padres filmen y guarden en algún lado que uno nunca sabe ni se toma la molestia de averiguar.

El punto es que el Fizz, tiene eso de comerlo y esperar que el polvito del medio salga y haga de las suyas por la boca. Pero todo de golpe, porque es lindo esperar que pase.

Feo puede ser que justo el Fizz que agarraste haya venido pinchado, entonces desparrama polvito por la boca constantemente; en lugar de hacerlo recien cuando uno le pega el mordizcón. Y cuando uno le pega el mordizcón; es lo mismo que nada, porque el polvito ya se fue.

Es feo comerse un Fizz pinchado. Pero si te toca, no es tan grave como si te toca un forro pinchado, ¿no?