Primer día en Quebec. Después de un fútbol con amigos de mi papá, agarré el auto y fui a visitar a Gala a la casa de Jacques Cartier al 500. Justo antes de salir, mi papá me dice que el auto tenía poca nafta, que seguramente podía ir y volver de lo de Gala, pero que igual prefería que le ponga un poco más de combustible. Me dijo dónde quedaba la estación de servicio más cercana; una sobre la calle King, me dio la tarjeta de débito de él y me pasó los cinco números de la clave.
Subí al auto, un auto negro muy lindo y muy pistero; y siguiendo un poco el mapa y un poco las instrucciones de mi papá fui a la estación. No había playeros, solamente una gordita rubia en una cabinita, al fondo. Estacioné el auto en el surtidor, bajé y busqué la tapita del tanque. La encontré del lado del conductor, sobre el guardabarros; pero no tenía manera de abrirlo: no se podía abrir por la fuerza, estaba trabado, ni tenía un agujerito para la llave.
Entré a la cabinita donde estaba la gorda rubia; y le dije en inglés que quería cargar nafta. La gorda, cuyo idioma materno era el francés, sacó la mirada de la revista que estaba leyendo y me dijo en un inglés de muy mala gana "I'm not paid for that".
Maldita gorda.
Entonces con mucho esfuerzo le pregunté, esta vez en francés (creo) cómo hacía para abrir la tapita del tanque. Me contó que, al lado del asiento del conductor, del lado de la puerta, hay una palanquita que solamente se ve con la puerta abierta, que sirve para abrir el tanque; y otra para abrir el baúl. Salí de la cabinita, abrí el auto y, efectivamente, estaba ahí la palanquita. Tiré y sentí el ruido de la tapa abriéndose.
Cargué nafta, literalmente. Era autoservicio. Tomé el pico del surtidor, apreté la manija y sin saber bien cuánto había cargado, después de un rato lo apagué. Entré de nuevo a la cabinita, le dí la tarjeta a la gorda, que la pasó por el posnet y estirando la mano lo dio vuelta hacia mí. La miré para ver si me miraba, y como había vuelto la mirada a la revista, puse la clave de cinco dígitos. Me dio el ticket y me fui con mi hermana a la casa de Gala, en Jacques Cartier al 500.
Desde entonces me acuerdo esa frase: "I'm not paid for that"