Nunca tuve esa habilidad -que alguna vez necesité- de poder leer el diario en un medio de transporte público; de doblar el diario en dos, o cuatro; prolijamente.
Esa de doblar las hojas prolijamente de manera tal de leer la par dejando hacia atrás la impar -o viceversa- me pareció siempre imposible, si no fuese porque lo ví.
Espero no viajar tanto como para aprenderlo.