martes, junio 20, 2006

Viajé en tren y alguna vez me tocó subir por una puerta y tener que bajar por la que esta enfrente. Alguna de esas, me pasó que la puerta no se abría.

La pregunta era, ¿cómo será el momento en que la puerta deja de andar?

Cuando salí hoy de casa, pasé por Disco a comprar un yogurcito; y de los tres que agarré, dos estaban vencidos. Por eso agarré tres. Llevé el único en buen estado a la caja, y pensando en pagar un peso con ocho centavos que estaba el yogur según la góndola, la cajera cobró uno veinte. Había un precio en la góndola, y otro en la caja; obviamente mayor.
No solo eso, sino que además el precio de la caja era uno dieciocho, por ende debería haber cobrado uno con quince; y no uno con veinte. La dejé pasar... "tercera en el día que le dejo pasar" pensé.

Subí al tren, arrancó y pensando en el tema de Disco; no pude ver el momento en que, de pronto, se rompió la puerta. En la estación siguiente, no abrió.


Pero que rico yogur.