jueves, octubre 28, 2004

Mi mochila me acompañó a la facultad. De vacaciones, a recitales, a bailar, a Chemical Brothes; y a la Cream en estos dias. Llevó CDs, botellas, ropa, bolsas, apuntes, cuadernos, partes de computadoras, herramientas, soldadores, plata, estupefacientes, botines, barro, piedras. Recorrió muchos kilómetros, en avión, en auto, colgada de mi espalda, apoyada en el piso de los colectivos, en el subte, en el tren...
Mi mochila se la re banca, loco... es de fierro. Mi hermana y mi hermano tienen una igual igual igualita, cada uno. Pero ninguno usa la del otro, no señor; porque cada uno tiene la suya; aunque algunas veces nos la confundimos.
Pero igual la banco a muerte; y por afano, es la mejor mochila que hay. Tiene bolsillito para el discman, ganchito para las llaves, agujerito para sacar los auriculares sin que entre agua, cosito para guardar el celular en la manija, bien cerquita de la oreja y bien a mano para atender rápido...

Llevaba un ovalo verde escrito en amarillo, que vino de fábrica, en el bolsillo chiquito; pero despues de la lluvia de Chemical desapareció. ¿Qué tenia esa lluvia? ¿Qué tendrá el petiso?

Mi mochila no mira Videomatch, ni le gusta la cumbia, ni la política; igual que a mi. Pero mi mochila es lo mas, nada que ver conmigo; que soy lo menos.

¿Te conté que esta es mi mochila?