Lentamente empezó a preguntarnos los nombres a nosotros, los alumnos, que veniamos todos de distintos colegios. Asi como fue que conocí a mi grupo de amigos: Sergio, Javi, Tete y Horacio.
Sergio, Javi y Tete eran chicos comunes; sin nada que llamase la atención. Horacio, en cambio, era muy grandote. Gordo, alto, con la espalda grande. Le decíamos "El Gigante".
El segundo dia que tuvimos clase de lengua todo fue un poco mas conflictivo. La profesora nos dio una fotocopia a cada uno, excepto al Gigante Horacio, a quien mandó a hacerse un análisis de sangre. Todos empezamos a preocuparnos mucho por él, y por su salud, aunque dias mas tarde nos contaron que no tenia ningun tipo de problema.
La tercera clase fue similar a la primera, excepto porque al Gigante Horacio no lo mandaron a hacerse un análisis de sangre. Esta vez se hizo un análisis de orina.
La cuarta clase sucedió algo parecido, nos dieron a cada uno una tarea, pero a él, al Gigante Horacio, le dijeron que se haga un análisis de colesterol.
A la quinta clase le pregunté a la profesora por qué esa forma de tratar al Gigante Horacio, ya que él se encontraba muy bien de salud; y sin embargo, sin justificacion alguna, lo mandaba a hacerse análisis constantemente. Ella me dijo:
"Es que lo que mas me gusta hacer es el análisis de Horación"