Como en un momento unas simples palabras tiraron abajo todo un castillo, un muy prolijo castillo, de naipes sobre la mesa. Como uno ve caer la estantería, viendo todo desparramado por el suelo, pateando lo que con tanto esfuerzo logró, echando todo a perder.
Uno observa, con dolor, lo que perdió sin tiempo para recordar con admiración de si mismo los momentos en que se hizo lo imposible por lograrlo.
Entonces un piensa y se dice a si mismo:
¡Don Niembro! Que lo tiró, che