Mi corta y humilde experiencia como blogger me da el indicio de que este si va a ser un buen post. Hace rato no tengo esta sensación. De manera que me gustaría que usted, fiel lector, haga honor a la forma en que hice referencia a su persoma y lo lea. Primero, para llevarse una buena impresión. Y segundo porque me esforcé por escribirlo y no quiero que sea en vano.
Destaquemos que mi mamá fuma, no así quien escribe, y dada la situación que lo amerita se interpone entre el monitor y mis ojos un tanto ardorosos el humo de un cigarrillo, el que no estoy acostumbrado a sentir.
Hoy salí con una chica. Salí con una mujer. Una mujer que no puede hacerme felíz.
Caminamos juntos por las calles grises hablando sin parar, cuando el tiempo pasa y la noche llega nos sentamos a mirar como corre el mundo y la mitad del mundo duerme tan bien; uf me salió el Birabent de adentro.
Caminamos juntos por las calles no grises de la costanera sur. Eran las doce cuando pantalla mediante quedamos en vernos. Manifestó su tristeza y no pude no deshacerme en pedazos. Mentira, pude. No me deshice en pedazos, y poco convencido salí a la calle al encuentro.
Fue ahí que partimos, y frente al río dije cosas que creí no iba a decir en mucho tiempo.
En este momento no quiero estar ni acá ni allá. No quiero hacer nada. Siento que tengo que hacer todo, porque tengo a mi mamá, a mi papá y a mis dos hermanos. En algun momento voy a querer parar; y no voy a poder. Porque voy a tener una esposa. Voy a querer parar; y no voy a poder. Porque voy a tener hijos. Voy a querer parar, y no voy a poder porque voy a tener nietos.
Ahora quiero parar. Pero no puedo parar porque tengo a mi mamá, a mi papá, a mis hermanos. Pero tambien quiero tenerte a vos; y hacer todo por, para y con vos al lado mio.
Al momento de decir eso volví a llorar, como aquella vez en la esquina de la casa que no quise ver.
Me confesó cariño, e implicitamente admiración. Me gustó. Nos besamos, nos abrazamos, nos volvimos a besar. Nos tomamos de la mano y caminamos juntos por las calles grises hablando sin parar. Cuando el tiempo pasa y la noche llega nos sentamos a mirar...
(Juro que no estoy escuchando a Birabent. Es mas, hace muchísimo no escucho ese tema. Ahora suena un tema de Palookaville que tiene un gritito de Michael Jackson)
Dijimos que en algún momento ibamos a tener una oportunidad. Rogué que por favor no vuelva a llamarme, que no vuelva a hablarme, ni nada. En mi lista de MSN no está ella. Pero si está admitida: puede verme y hablarme; pero no puedo ver su estado si es que ella no me envía antes un mensaje. Ni siquiera puedo ver su apodo. Y eso me hace sentir un poco menos dependiente de su persona.
Una noche con lluvia tu novio te va a abrazar; y vos no vas a necesitar ese abrazo. Vas a necesitar el mío. Recien entonces volvé a llamarme.
Dicho esto caminamos juntos por las calles grises hablando sin parar; hasta el auto. Fuimos a una estación de servicio, la de 9 de Julio y Estados Unidos, compramos una coca y puente Pueyrredón hasta llegar a la esquina donde alguna vez lloré y no quise ver su casa. Put it back together sonaba en la radio cuando nos dimos el último beso. Ella buscó mi boca y yo ofrecí mi mejilla. No había otra cosa que hacer.
Me fuí sin ver el momento en que entraba a su casa, como hacía antes cuando no estaba con ella en la calle sin que sea tomados de la mano.
Apurado dí una vuelta manzana. No queria ver donde vive, pero si queria asegurarme que no le pase nada. Asique volví a pasar por esa calle. Si algo le hubiese pasado se hubiese demorado antes de entrar; y estoy tranquilo porque no la vi en la vereda. Sé que entró y que mientras escribo debe estar tomando el resto de coca que se quedó en la botella.
Nos va a costar dormirnos; y cuando eso pase los dos vamos a estar unidos como tantas otras noches, imaginando los momentos juntos y deseando dentro nuestro volver a vivirlos.
Me dijo que me quiere, pero es algo que tengo que olvidar. De acá en adelante, prometo, mi vida va a ser mía y de nadie mas. Hasta que una noche de lluvia sea mi abrazo el que ella necesite.