mis ojos se cerraron.
Al abrirse encontraron
lo que nunca creerían:
que a mi perro, Jeremías,
muchas pulgas torturaron.
Sin saber que hacer
Hasta el patio lo llevé.
Con mucho desgano
le mojé con esta mano
con la otra enjaboné
pa' dejarlo enjabonao'
Para, al fin, terminar
lo enjuagué redepente
y por malo a 220
lo quise conectar.
Voló la tele, la compu
y hasta el coso pa' escaniar (¿viteh?)
Ahora estoy en casa
sin coso que taladre
ni relós pa' ver la hora
ni cartucho de impresora
y si bien tengo madre y padre
ya no hay perro que me ladre.