Mi abuela habia hecho dos ensaladas. Una de lechuga y tomate, otra de radicheta y tomate. Gerardo, mi papá, le habia pedido especialmente la de radicheta. En teoría, usualmente, uno cuando pide algo para comer es porque lo quiere comer.
Pero no mi papá, porque el empezó a comer la ensalada de lechuga; siendo esta la que iba a comer Roberto, mi tio, hermano de mi papá.
Entonces mi abuela lo miró fijo y le dijo
-¡Gerardo! ¡Comete la ensalada de radicheta y no te comas la de tu hermano, haceme el favor!
A los casi cincuenta años lo siguen cagando a pedos.