jueves, mayo 03, 2007

Estaba pensando el otro día en que en caso de que vuelva a ir al psicólogo, me gustaría que no sea uno formal.

Cuando uno va al psicólogo, al menos en mi caso, es como si fuese a un doctor: tiene un consultorio al que uno va a determinado horario y algunas veces tiene que esperar que termine de atender al paciente anterior. Luego se ingresa al consultorio en sí, se comienza la sesión que tiene una duración estipulada de 40, 45 minutos -aunque algunas veces se extiende un poco más-.

Todo eso hace que para mí sea muy formal. Entonces lo tomo como si estuviese hablando con alguien frente a quien tengo que demostrar cierta responsabilidad, como si fuese una entrevista de trabajo: dos personas hablando con un escritorio de por medio.

La decoración del consultorio es la de cualquier consultorio. En el escritorio hay un teléfono, una agenda. Quizás cigarrillos, con su correspondiente cenicero y aún mas importante, el encendedor. Muy formal.

Me gustaría ir a un psicólogo buena onda, al cual vaya algún día de la semana a la noche, a comer una pizza, tomar una cerveza quizás. Incluso hasta mirar algún partido de la Libertadores después de la sesión, por ejemplo. ¿No existe eso? Quizás para la función que cumple -o debe cumplir- un psicólogo, es menester esa cuota de formalidad. O quizás los tan hijos de puta se hacen los importantes y les gusta eso del consultorio.

¿Querrán simplemente separar el trabajo de sus vidas y sus vidas del trabajo? ¿Por qué entonces no tener un consultorio informal? ¿O será porque siempre fue así, y no hay por qué cambiarlo? ¿Será porque un consultorio neutro sin detalles personales ayuda al paciente a expresarse mejor? ¿O tendré que ir al psicólogo por tener estas ideas absurdas?