martes, marzo 23, 2004

A caballo regalado no se le miran los dientes. Lo que si podemos hacer es ver si es un caballo como la gente. Mirá lo que les pasó a estos boludos de Troya. Si se hubiesen fijado que onda los dientes del caballo, en una de esas zafaban. Pero no, los boludos agarraron el caballo y lo metieron pa'l fondo.

Una vez me sacaron del salón. Bueno, muchas veces en realidad. Pero esta fue muy graciosa, pero me arrepiento. Fue una falta de respeto, me parece; por eso mismo me arrepiento.
Estabamos viendo unas diapositivas de unas Mothers, en la secundaria, con el profesor Horacio Ariel Necchi (figura conocida por Lanús, especialmente conocida por el diariero al que le mangaba las revistas para adultos...). Entonces tomé una silla y apoyé las piernas sobre ella. El profesor se me quedó mirando, observando como yo tomaba la posición conocida como "para la siesta", cosa que no le gustaba para nada. Despues de un ratito que me miró fue como si la tensión del ambiente haya sido un olor, o algo similar como para que todos, hasta ese entonces concentrados en las diapositivas, se pusieran a mirar tanto al profesor como a mi, alternadamente. A mi por mi calma y comodidad. Y a él, por la bronca que le daba lo que hacia. No le caia para nada simpático que me acueste en su hora.
Entonces lo miré y le dije "¿Qué mira, profe? ¿Le gusto?"
Perdoná Necchi, queria pedirte perdón. Pero por lo de algoritmos 2 no te perdono nada... esa la tenemos que discutir.