jueves, mayo 31, 2007

Se dice que uno tiene que dar lo que le gustaría recibir. O también cuando uno hace algo que a alguien no le pareció, hay quien pregunta si a uno le hubiese gustado eso mismo. Existe también el decir te lo merecés, jodete por boludo, vos te la buscaste que representa una idea similar.

Pensé el otro día que el no saber qué hacer respecto de algo, por ejemplo, es porque no sé qué espero, o qué me gustaría. Lo importante que es, entonces, saber qué es lo que uno quiere.

En algunas situaciones sumamente incómodas en las que debería decirse algo, sinceramente no sé qué decir. Mi idea es que tiene mucho que ver con el hecho de que no sé tampoco qué me gustaría que alguien me diga si fuese yo el que estuviese en esa situación. No porque crea que no existe tal cosa; sino porque no logro ponerme en ese punto, mentalizar hasta creer esa situación, ser protagonista, y darme cuenta de qué es lo que me gustaría que me digan. Todo en un conjunto. Logro, sí, ponerme en ese punto. No logro, por el contrario, darme cuenta de lo que me gustaría escuchar.

En un sentido mucho mas amplio y universal, uno recibe de la vida lo que a la vida le da. No es para negociar con la vida, claro. Sino para saber que sería bueno saber qué esperamos de la vida.
Desde chico fui observador en cuanto a detalles del habla se refiere. En poco tiempo, a las pocas palabras pronunciadas, me doy cuenta de aquél que pronuncia la S muy marcada -que carga nasta, por ejemplo-, aquél que entre palabra y palabra hacie cierto ruido con la boca, y demás.

Lo que no puedo darme cuenta de movida -no mientras nadie me lo diga- es de las erres que patinan.

Pero esto venía a que me acuerdo de un pibe, que para darle énfasis y seriedad a lo que decía, ponía su mano cerca su cara y, estirando el dedo índice, se tocaba la naríz con la primer falange, al mismo tiempo que ensayaba alguna intro con suspenso, como puede ser "Que esto quede acá, pero yo te voy a decir una cosa..."

Es un gesto común.
¿Realmente puede ser que este aparato haya estado en la luna?

martes, mayo 22, 2007

Cuando era (más) chico, había un pibe que llamaba a la madre por su nombre. Me parecía gracioso que en vez de decir mamá le decía Betty.

Quizás es más merecido decirle a la madre por su nombre, que madre en sí, dado que lleva mas tiempo siendo quien es, que siendo madre, ¿no?

Esto me vino a la cabeza pensando en que a mi mamá, en vez de decirle mamá deberia decirle Contadora.

sábado, mayo 19, 2007

Isaac

Cuando uno hace una cosa regida por leyes, es bueno que las conozca; para saber cómo y por dónde puede moverse. Todos los seres humanos estamos regidos por las leyes físicas, y para aquellos a los que no les importe saberlo, digamos que todas las cosas que le pertenecen -y las que no, tambien- estan regidas por las leyes físicas. Estas son las que, para no quedarnos en explicaciones cuya exactitud no importa -tanto-, alguna vez explicó Sir Isaac Newton en su "principios matemáticos de la filosofía natural".

Basicamente, lo que dice la ley de gravitación universal es que dos objetos se atraen entre sí con una fuerza proporcional al cuadrado de sus masas. Cabe entonces explicar -evitando entrar en detalles- qué es la masa.

Masa, digamos, es algo así como la materia que compone a cualquier elemento, no importa cual. En realidad, la masa es la medida de la inercia de un cuerpo. Es decir, cuanto se opone a los cambios. En resumen, podemos decir que cuanto mas grande es un objeto -cuanta mayor masa tiene- cuesta mas lograr un cambio: tiene mas inercia

Podemos decir entonces que a mayor masa, mayor es la fuerza de atracción gravitatoria.

Otra cosa que dijo Newton es que la atracción gravitatoria es inversamente proporcional al cuadrado de las distancias que separan a los objetos. Es decir, cuanto mas lejos estan, pues menor será la fuerza de atracción.

Estas simples leyes, fijate vos, son las que hacen que la luna gire alrededor de la tierra, que a su vez la tierra gire alrededor del sol. Porque el sol es tan grande, que atrae a la tierra a él, y a su vez la tierra a la luna.

El tema es que las estrellas tienen un tamaño tan grande que la fuerza de gravedad tiende a comprimirlas, pero a su vez la temperatura interna de las estrellas es tan grande que tiende a expandirlas. ¿Conclusión? Las fuerzas se equilibran y la estrella permanece en su tamaño. Pero también continúa consumiéndose, entonces la fuerza de gravedad puede mas... y la estrella finalmente empieza a comprimirse. En la superficie de la estrella la distancia hacia el centro es cada vez menor, y entre el centro y la superficie sigue habiendo la misma cantidad de masa. Quiere decir que esta estrella se achica de tamaño, su masa sigue siendo la misma, pero la distancia de la superficie hacia el centro disminuye. Cuanto mas disminuya esta distancia -y a igual masa-, la fuerza gravitatoria tiende a ser más y maás grande. En conclusión, la estrella atraería hacia su centro todo lo que estuviese al alcance de su campo gravitatorio.

Einstein logró demostrar que la luz -que hasta ese entonces no era materia, sino una onda- se ve influenciada por las leyes de gravedad. Por lo tanto, de un objeto que tenga tanta gravedad como para que la atracción hacia su centro sea mayor a la velocidad de la luz, la luz no podría escapar de él. Es decir, sería invisible.

Estamos hablando entonces de un punto en el universo que tiene tanta gravedad que ni siquiera la luz puede salir de él. Éso es un agujero negro. Un lugar donde alguna vez hubo una estrella y hoy no sólo no hay nada -ni siquiera luz- sino que además hay algo, hay tanto en tan poco espacio, que su fuerza gravitatoria puede mantener la luz dentro de sí.

Y en el agujerito está todo bien.

martes, mayo 08, 2007

The dawn of (lay) man

El fundamento del mundo feudal era la tierra; como consecuencia, esta sociedad es estática, conservadora y espacial.

En cambio, el fundamento del mundo moderno es la ciudad; la sociedad resultante es dinámica, liberal y temporal. En este nuevo orden prevalece el tiempo sobre el espacio, porque la ciudad está dominada por el dinero y la razón, fuerzas móviles por excelencia. La dinámica es una rama moderna de la física, contemporánea de la industria y de la balística del Renacimiento; los antiguos sólo habían desarrollado la estática.

La característica de la nueva sociedad es la cantidad. El mundo feudal era un mundo cualitativo: el tiempo no se medía, se vivía en términos de eternidad y el tiempo era el natural de los pastores, del despertar y del descanso, del hambre y del comer, y del amor y del crecimiento de los hijos, el pulse de la eternidad; era un tiempo cualitativo, el que corresponde a una comunidad que no conoce el dinero.

Tampoco se medía el espacio, y las dimensiones de las figuras en una ilustración no correspondían a las distancias ni a la perspectiva: eran expresión de la jerarquía. Pero cuando irrumpe la mentalidad utilitaria, todo se cuantifica. En una sociedad en que el simple transcurso del tiempo multiplica los ducados, en que "el tiempo es oro", es natural que se lo mida, y que se lo mida minuciosamente. Desde el siglo XV los relojes mecánicos invaden Europa y el tiempo se convierte en una entidad abstracta y objetiva, numéricamente divisible. Habrá que Ilegar hasta la novela actual para que el viejo tiempo intuitivo sea recuperado por el hombre.

El espacio también se cuantifica. La empresa que fleta un barco cargado de valiosas mercancías no va a confiar en esos dibujos de una ecumene rodeada de grifos y sirenas: necesita cartógrafos, no poetas. El artillero que debe atacar una plaza fuerte necesita que el matemático le calcule el ángulo de tiro. El ingeniero civil que construye canales y diques, máquinas de hilar y de tejer, bombas para minas; el constructor de barcos, el cambista, el ingeniero militar, todos ellos tienen necesidad de matemática y de un espacio cuadriculado.


Ernesto Sábato, Hombres y Engranajes

viernes, mayo 04, 2007

¿Ben Stiller es el Marcelo Mazzarello estadounidense?

jueves, mayo 03, 2007

Estaba pensando el otro día en que en caso de que vuelva a ir al psicólogo, me gustaría que no sea uno formal.

Cuando uno va al psicólogo, al menos en mi caso, es como si fuese a un doctor: tiene un consultorio al que uno va a determinado horario y algunas veces tiene que esperar que termine de atender al paciente anterior. Luego se ingresa al consultorio en sí, se comienza la sesión que tiene una duración estipulada de 40, 45 minutos -aunque algunas veces se extiende un poco más-.

Todo eso hace que para mí sea muy formal. Entonces lo tomo como si estuviese hablando con alguien frente a quien tengo que demostrar cierta responsabilidad, como si fuese una entrevista de trabajo: dos personas hablando con un escritorio de por medio.

La decoración del consultorio es la de cualquier consultorio. En el escritorio hay un teléfono, una agenda. Quizás cigarrillos, con su correspondiente cenicero y aún mas importante, el encendedor. Muy formal.

Me gustaría ir a un psicólogo buena onda, al cual vaya algún día de la semana a la noche, a comer una pizza, tomar una cerveza quizás. Incluso hasta mirar algún partido de la Libertadores después de la sesión, por ejemplo. ¿No existe eso? Quizás para la función que cumple -o debe cumplir- un psicólogo, es menester esa cuota de formalidad. O quizás los tan hijos de puta se hacen los importantes y les gusta eso del consultorio.

¿Querrán simplemente separar el trabajo de sus vidas y sus vidas del trabajo? ¿Por qué entonces no tener un consultorio informal? ¿O será porque siempre fue así, y no hay por qué cambiarlo? ¿Será porque un consultorio neutro sin detalles personales ayuda al paciente a expresarse mejor? ¿O tendré que ir al psicólogo por tener estas ideas absurdas?