miércoles, febrero 11, 2004

¿qué tal?

Cuando alguien dice ¿como andas? o ¿como estas? muchas veces la simpatia y gentileza que uno tiene por default hace posible que contestemos "bien", dejando por ese instante de lado el malestar o los inconvenientes que impiden que el "bien" suene sincero.
Una persona nos pregunta ¿como andas?, y nosotros en vez de devolver la gentileza de preguntar diciendo la verdad intentamos ser gentiles diciendo algo que no es cierto.

-¿Cómo estas?
-Y, la verdad como el culo, porque ayer me amputaron una gamba, hoy me afanaron y me dijo un tipo por teléfono que mañana me van a incendiar la casa
-Ah, yo todo bien. Nos vemos, chau.

Ni da. Tambien hay que saber ubicarse. Porque muchas veces el ¿cómo andás? no es sincero, sino es mas bien un "hola". De hecho muchas veces alguien que camina en dirección contraria con un paso que denota cierto apuro deja brotar de sus labios un "hola, ¿qué tal?" y no se puede decir "todo mal, negro". Porque muchas veces el "hola, ¿que tal?" no deja lugar a ser respondido, ya que la L de "tal" se pronuncia cuando la persona ya está a una distancia considerablemente grande como para tener un diálogo de persona a persona.

Si la pregunta no es formulada con un interés sincero, ¿por qué responderla con la verdad? Pero si la pregunta es formulada con interés sincero, ¿por qué evadir la respuesta verdadera con un simple "bien, todo bien, ¿vos?"?

Mas allá de todo esto, es sobrenatural el placer que siento cuando me pica y me rasco. Soy un rascador insaciable, no puedo dejar de rascarme cuando me pica. Hasta llego a lastimarme, y despues me paso los dias sacandome las cascaritas.
Yo soy de rascarme, pero cuando me pica.