Puede costarme mucho más caro de lo que finalmente me va a costar. La mujer, más inexistente que deseada, lectora devenida en admiradora, va a leer esto y no se vá a entregar.
Hace, a ver; hago memoria y estimo.
Hará, mejor dicho, 6 años; quizás más, que no voy al dentista. Tampoco me duele nada como para ir.
A la peluquería tampoco voy hace unos cuantos años, pero no es tan grave ni curioso como lo del dentista. No tengo miedo del dentista, porque no me acuerdo cómo es.