domingo, enero 28, 2007

Caminando por la Chiozza Cannasvieirense, y mientras una concheta me miraba de abajo hacia arriba con cara de concheta que veranea en Brasil y pasea a la noche por la Chiozza Cannasvieirense; me dí cuenta de un detalle que nos hace, por demás, pelotudos.

Pocas veces se ven tantas caras de orto masculinas juntas como en la tipica peatonal de lugar de veraneo a la noche, en los maridos que estan de vacaciones y van con la jermu y los pibes a delirar guita en sandalias, daytona, maquinita para sacar muñecos y demás. Por costumbre, acá se hace exactamente igual que allá, creo. Se camina a la noche por la tipica calle, toda la familia vestida de fiesta. Distinguís a los brasucas de los argentos porque los argentos salen bañaditos y cambiaditos. Los viejos se peinan los bigotes y las viejas se ponen alguna blusa -que palabra de mierda- con algun brillito. Las pendejas se visten como si fuesen a gatear a un casorio y los flaquitos con la onda surfer-rugbier-whatever portando reloj, anteojos, musculosita y agitando la llave del auto.

Los brasucas aparecen como les pinta. Son los únicos que no están en pose 24hs por día. Caminan en la suya, mientras los argentos miran la marca de la zapatilla que tiene.

Volviendo a Chiozza, imaginá cuántas caras de orto se ahorrarían si se pudiese caminar por la calle birra en mano. Si los maridos pudiesen ir con los pibes rompiendole los huevos, pero tomando una cerveza. ¿Cómo mierda es que en Argentina tomar cerveza en la calle es ilegal? ¿Cómo puede ser que, por mas que fuese legal, está mal visto? Acá no solo venden birra en las estaciones de servicio, sino que hay hasta supermercados que estan abiertos 24hs en donde uno puede caer a la hora que se le cante con un cajón y llevarselo entero y frío a precio supermercado. Y la fiesta puede empezar en cualquier lado, en cualquier momento. En Argentina, ni siquiera en la playa se puede tomar cerveza.

Tema aparte, otra cosa es si además de poder caminar por Chiozza con birra en mano, vas mirando mujeres como las tremendas brasileñas. Eso es, casi diría, un lujo -que no se por qué mierda no me estoy dando ahora-